Mírate las manos,
iguales que ayer,
tan grandes,
tan calientes,
un día más viejas.
¿Quién lo nota?
¿A quién le importa?
Son las manos del proletario,
del obrero que quiso ser ingeniero.
Pero a los 16 decidió venderse por dinero
sus manos trabajadoras no frenaron a su pasión
tampoco frenaron el nacimiento de Carlos y Asunción.
En aquella época...
educación sexual poca...
Ahora...
Mírame las manos,
y cuéntame mi historia
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