
Un aguador transportaba todos los días su mercancía en dos grandes cántaros de barro. El cántaro que llevaba a la izquierda era nuevo y lustroso, mientras que en el lado derecho llevaba un cántaro heredado de su padre, y éste lo había heredado de su abuelo. El cántaro viejo tenía algunas pequeñas grietas por las que se escapaba el agua.
Un día, el viejo cántaro, avergonzado de haber perdido en el camino más de la mitad de su contenido, le dijo al aguador:
-Ya soy muy viejo, siento vergüenza de no servir como el cántaro joven que conserva todo el agua que transportas. Te pido disculpas por mi inutilidad y comprendería que te deshicieras de de mí.
A lo que el aguador respondió:
-Viejo cántaro, observa el lado del camino por el que tú pasas. Fíjate cómo está plagado de flores y cultivos, gracias a que cada día es regado por el agua que derramas al pasar.
Nadie pierde su valor por ser viejo o diferente, solo cambia su aportación
3 comentarios:
Qué grande Angels... la sabiduría está en saber cerrar etapas para que entren otras nuevas, y si las dejamos llegar de buen humor, siempre serán buenas.
muy bonito tort
estupendo
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