martes, 12 de noviembre de 2013

Inspirada por Galeano



Siempre que nos dicen: No hay nada que hacer, tenemos dos opciones: la más fácil, fiarnos de esta persona,  ponernos tristes,  rezar o hacer un minuto de silencio por esta desgracia. La segunda opción sería abrir la puerta a la oportunidad de cambiar las cosas, aunque solo sea acariciar algo que como en el relato de Eduardo Galeano parecía inerte, la lucha contra todas las guerras es el amor y la ternura. Eso es lo maravilloso de nuestro trabajo, siempre hay algo que hacer y las personas están abiertas, dispuestas a recibir todo esta energía y calidez.

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