domingo, 11 de diciembre de 2011

Angustia

¿Cómo dibujar la angustia?
¿Cómo fotografiarla?
¿De qué color es?
Explícame...
cómo sin hablar contigo puedo escupir las llamas que arden dentro de mis entrañas, que me abrasan, que no sé cuál es la chispa que lo causa, que no sé cómo apagar sin que apeste a humo y migrañas.

Un foco de inquietante verdad entre todas las mentirijillas, un punto de debilidad entre esta "tipa dura", que se vende diferente, como la princesa quiere aparentar que es una chica corriente... y ya que estamos: sexi, atrevida, hermosa, viajera, libre, con misterio...

Alguien tardó poco en darse cuenta de que la princesa no era como ella se vendía. No le importó y la siguió amando, pero ella empezó a desconfiar de sí misma porque le caía demasiado bien aquella persona que se había creado.
Queriendo negar la realidad, la princesa decidió encerrarse en sí misma, no salía de su habitación preguntándose por qué no sería esa otra persona, qué cúmulo de injustas situaciones le habían llevado a formar su personalidad que ella (sin saberlo) estaba empezando a odiar.

El muchacho que la amaba se colaba en el interior de su habitación, a veces sollozaba al ver que la pequeña princesita tan bella, tan humilde, tan dulce, se estaba destruyendo poco a poco por querer ser una persona diferente, una chica tan igual a las otras que perdería su carácter interesante y distinto.

Ella se quejaba, ojerosa y arrogante, que no se metiese en su vida privada, ya que vería el horror que esconde su carácter tan gentil y puritano.

Tres meses pasaron, Arrogancia y Orgullo fueron sustituyendo las visitas del muchacho que ya no se veía atraído por la princesa a causa de su metamorfosis.

Y no es que la muchacha se estuviese volviendo más fea, al contrario, había aprendido a maquillarse frente al espejo; día a día, lucía un nuevo vestido, día a día se sentía más bonita, más sexi, más segura...
Todo ello le daba confianza y seguridad en sí misma, se atrevía a hablar a los otros chicos con desvergüenza y cuando quería con descaro, rompió en esta etapa un par de corazones y no dejó que nadie entrara tanto en su vida para que le rompieran el suyo.

Así creció, hasta que el maquillaje dejó de hacer el mismo efecto y las arrugas le delataban que ya no era una jovencita, pero estaba satisfecha mirando a su pasado viendo que se había convertido en la mujer que había deseado ser cuando era adolescente.

Al menos eso creía hasta que se encontró a un anciano cuyos ojos verdes ella bien conocía, se le quedó mirando y tuvieron la siguiente conversación:

-Hola, ¿sabes quién soy? Soy Paloma, ¿te acuerdas? solíamos salir cuando éramos jóvenes.
-Sí, me acuerdo.
-Bueno, me sorprende, la verdad. Me abandonaste.
-No, te abandonaste a ti misma, no te equivoques.
-Quise cambiar, verme guapa, sexi, atrevida, espontánea... Así he tenido experiencias, he viajado por el mundo y disfrutado de aventuras amorosas y eróticas.
-Y eso te quitó todo el encanto, eras diferente, por eso me gustabas.
-Bueno, Don Amor, y de no haber cambiado ¿qué futuro me esperaba contigo?
-Todo eso que me cuentas responde a lo más instintivo, a la Pasión, no al Amor, yo te hubiese amado hasta el final.
-Te olvidas de algo sin lo que no puedes vivir: Amor Propio

2 comentarios:

Dusya dijo...

¿No es mejor aprender a quererse, pues todo el mundo tiene aquello que le hace especial y único, que dejar de ser uno mismo? ¿Por qué renunciar a algo maravilloso, en vez de evolucionar, por qué convertirse en lo que no es cierto? ¿Completan más tu alma múltiples experiencias banales que unas pocas que te alcanzan el corazón? Quien no deja que lleguen hasta sí no sufrirá nunca, pero no conocerá jamás los más bellos placeres.

Anónimo dijo...

:-)