miércoles, 28 de octubre de 2009

Iniciando con el arte de escribir

MUSA

A ti te escribo, oh, Musa, te escondes de mí y me dejas sin palabras, sin colores, sin imaginación, busco en internet tu nombre, a ver si dibujo algo, y la mitad de las imágenes son chicas enseñando sus plastificados pechos, perfectas curvas, es impresionante ver cómo miles de internautas ven de tu nombre un objeto sexual, creo que ahora entiendo porqué te escondes, evitas seres humanos que vean y anhelen tener sexo con cualquier cosa que se mueva. Sin darse cuenta de que (como bien dijo Nietzsche) el sexo es un engaño que la naturaleza nos da para no llevarnos a la extinción. La madre naturaleza es además de sabia, práctica.

Asco, siento asco por esa gente obsesionada por el sexo, corrompida por dentro (y dentro de unos años también por fuera).

Pena, siento pena por esas personas que se dejan embaucar, se les promete un mundo lleno de amor y cuidados y en la realidad resultan ser marionetas de ellos o ellas.

Rabia, siento rabia contra aquellos que ven a otros incapaces de luchar, y cambiar.

Impotencia, siento impotencia por aquellos que por edad o incapacidad no se pueden defender ante los que son supuestamente “más fuertes que ellos”.

Si la inspiración está en este mundo... ¿qué lugar ocupas tú, Musa? Vivimos en una sociedad en la que los poetas quedan obsoletos, de personas que creen que lo que se vende es lo que vale. Te suplico a ti Musa con estas palabras sin inspiración que te cueles entre los humanos inquietos, en esos inocentes que cada vez escasean más.

ANGELS




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